jueves, 17 de noviembre de 2016

Cultura Coya

La cultura kolla no es estrictamente indígena sino que chola, pero a pesar de la aculturación sufrida debido a la acción colonizadora y la imposición del cristianismo, aun practican sincréticamente algunos de sus rituales y mantienen otras formas culturales como la minka, antigua forma de cooperación; el
serviñakuy o prueba de pareja y rituales vinculados al culto de la tierra: la Pachamama, señalada o marca de animales, apachetas o descanso de viajeros, entierro y desentierro de pukllay o cacharpaya (carnaval), chálla y chállar (beber) y corpachada (dar de comer a la tierra); Tinkunakuy, topamientos o encuentros de compadrados, musiqueros, parcialidades o comunidades. 

La religiosidad popular kolla pone un gran énfasis en las fiestas patronales y procesiones católicas.
El vestido masculino era una especie de túnica corta, hasta las rodillas, y sin mangas, llamada ucu; tenía unas franjas que la decoraban en el pecho y en la cintura. Como prenda íntima, llevaban una especie de taparrabos.

Las mujeres usaban una vestimenta que envolvía su cuerpo desde las axilas hasta el tobillo, con una tela rectangular que sujetaban encima de los hombros y la que se ceñían a la cintura mediante una faja adornada, llamada chumbi. De calzado usaban las ojotas.


Carpir la tierra y levantar la cosecha es tarea tanto de hombres como de mujeres. (en la imagen El Angosto, Salta)
El cuidado de los rebaños de ovejas y del puñado de vacas -que se repartirá como dote entre los hijos- marca geográficamente el compás de las estaciones:

• la veranada, cuando el pasto crece en las laderas de los cerros, adonde se mudan los brazos útiles de la familia.
• la invernada, cuando la nieve obliga a llevar a los animales "abajo", a sitios más protegidos. "Abajo" es también el lugar del poblado y, por lo tanto, del centro comunitario, donde entre todos barajan decisiones y proyectos.

Un palenque, un clavo en la pared, una estaca en la tierra, el respaldo de una silla bastan para hacer el trenzado de la lana obtenida de sus propias ovejas. La técnica más primitiva que el telar se traducirá en cinturones, fajas y pulseras. Con una trenza de varios colores, harán un cinto para su amplia pollera y adornarán su inconfundible sombrerito redondo.
Del telar salen colchas, ponchos para los hombres y rebozos (prenda que cubre pecho, hombros y espalda) para las mujeres, quienes luego se encargan de iluminarlas con bordados. También tejen costales para el maíz y alforjas que se agregan al apero del caballo.
Para los fríos implacables, tejen a dos agujas chalecos macizos, medias compactas, pulóveres vistosos y gorros con orejera. Llaman la atención aun cuando la lana mantenga sus colores crudos (blanco, marrón, negro o entrecano, si se mezclan los vellones) o cuando haya sido teñida sólo con tinturas naturales, obtenidas hirviendo en agua trozos de corteza de nogal o cebil.

Folclore argentino: Cuequita de los coyas


Coyas

Desparramados en cientos de poblados y caseríos de la Puna, la quebrada de Humahuaca y parte de los Valles Calchaquíes, a principios del siglo XX se desarrolla una nueva etnia: los Collas, síntesis de Diaguitas, Omaguacas, Apatamas, grupos de origen Quechua y Aimará procedentes de Bolivia, cuantitativamente más numerosos y parte de la masa mestiza no integrada en los centros urbanos.

Perdieron su organización comunitaria original y su núcleo, la familia extensa; tecnología sustantivas como la cerámica fueron expulsadas de la memoria colectiva; su religión fue penetrada por el catolicismo; ya no visten como antes, salvo en poncho y ojotas y tampoco cazan.

Sin embargo, los collas son los auténticos portadores de la tradicional forma de vida andina, a través del mantenimiento de muchos patrones culturales como la economía pastoril de altura, y agrícola de papa y maíz; la recolección de algarroba y sal; la construcción de viviendas; la medicina tradicional y las técnicas de adivinación; los instrumentos musicales erques, quenas, pinkullo, sikus y cajas; el culto a la Pachamama e innumerables creencias, rituales y practicas sociales.

La invasión de los Incas hacia fines del siglo XV, comenzó la aculturación de los pueblos nativos del noroeste argentino. Instalaron sus tradicionales estructuras de asentamientos: tambos y pucarás, e introdujeron la lengua quechua que estaba tan generalizada en tiempos de la colonia que la Declaración de la Independencia argentina fue también redactada y publicada en quechua.

A mediados del siglo XVI, llegan los españoles que completaron el proceso con la implementación de la encomienda y el destierro.

La cultura colla resultante no es estrictamente indígena sino mestiza, lo cual de todas maneras nos permite ubicarla en el campo aborigen, no sólo por su historia cultural sino por su inserción en el contexto regional y nacional.

En la actualidad ocupan territorios en las provincias de Jujuy y Salta. No tienen tierra propia. Algunos ocupan tierras fiscales sin títulos o como arrendatarios y cuidadores de ganado ajeno. Otros viven en las villas periféricas de las ciudades.